
Jon Ortuondo, docente e investigador de BAM del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal, viajó a México para realizar un intercambio académico a través del programa Erasmus+
Entrevistamos a Jon Ortuondo, docente e investigador de BAM del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal que viajó a México para realizar un intercambio académico a través del programa Erasmus+
¿Cómo surgió la oportunidad de realizar un intercambio académico en México?
La oportunidad surgió a través del programa Erasmus+ que se gestiona desde la Universidad de Deusto. Desde hacía tiempo tenía la inquietud de realizar una estancia en el extranjero, pero no quería que fuese una experiencia cualquiera, sino algo que tuviera un verdadero valor tanto a nivel profesional como personal. Por eso, me tomé un tiempo para buscar un destino que encajara con mis intereses y objetivos. En ese proceso, contacté con Carlos Velázquez, amigo y referente en mi línea de investigación (la cooperación en Educación Física) que además tiene una amplia trayectoria en Latinoamérica participando en congresos y formaciones. Fue él quien me recomendó la Universidad Contemporánea de las Américas, con la que mantenía vínculos y contactos cercanos. Gracias a esa conexión, todo fue tomando forma hasta concretarse la estancia.
¿Cuál fue tu primera impresión al llegar a la Universidad Contemporánea de las Américas y al país?
Mi primera impresión, que además se mantuvo constante durante toda la estancia en Zitácuaro (México) y en la universidad, fue la increíble acogida que recibí. Desde el primer momento me sentí muy bien recibido, tanto a nivel personal como profesional.
La organización de mis talleres y ponencias fue impecable, y tanto el profesorado de mi ámbito como el de otras áreas mostró un gran interés por mis aportaciones. También el alumnado fue especialmente participativo y mostró muchas ganas de aprender, lo que hizo que cada sesión fuera muy dinámica y gratificante.
Una anécdota que resume muy bien esa acogida fue el acto protocolario de bienvenida que organizó la universidad. Prepararon una presentación formal con himnos, rancheras y palabras de agradecimiento que me emocionaron profundamente. Es un gesto que difícilmente voy a olvidar.
Era además la primera vez que viajaba a México, y me fascinó tanto su cultura como la calidez de su gente, la belleza del entorno, etc. y, por supuesto, su gastronomía, que es tan variada como sabrosa. Me sorprendió gratamente el fuerte interés que muestran por mejorar su sistema educativo, algo que conectó mucho con mis propios objetivos profesionales.
¿Qué diferencias encontraste en la forma de enseñar o investigar en México?
Durante mi estancia, tuve la sensación de que los contenidos que desarrollé resultaron bastante innovadores para muchos de los estudiantes. Si bien en México existen buenos referentes en cuanto a la didáctica de la Educación Física, percibí que el enfoque específico de la cooperación en este ámbito aún es una línea con potencial por desarrollar e integrar con más fuerza en su visión curricular.
Es cierto que algunos referentes españoles en esta materia, como Carlos Velázquez o Jesús Vicente Omeñaca, ya mantienen una presencia continua a través de cursos, ponencias y congresos en el país, lo cual es muy positivo. Sin embargo, creo que todavía hay un recorrido amplio por delante para que la cooperación se consolide como un eje metodológico dentro de la Educación Física mexicana, tanto a nivel formativo como investigador.
Algo que también me llamó especialmente la atención fue el estatus social del profesorado y el respeto hacia su labor. Percibí una mayor conciencia social sobre el valor de la educación y de la profesión docente, tanto por parte del alumnado como de la sociedad en general. Es un aspecto que, sin duda, marca una diferencia en comparación a nuestro contexto.
¿Qué aprendizajes te llevas de esta experiencia tanto a nivel profesional como personal?
Sin duda, ha sido una experiencia muy gratificante en lo profesional, pero sobre todo en lo personal. Me llevo muchos aprendizajes, algunos de los cuales ya he mencionado: el respeto profundo hacia la educación y el reconocimiento social de la profesión docente, el esmero y la atención con la que se cuida a la persona invitada por parte de los anfitriones, o la manera en que la cultura local impregna tanto el sistema educativo como la labor docente del día a día.
Esta estancia me ha permitido no solo compartir conocimientos, sino también enriquecerme a través del intercambio personal y académico. Quiero agradecer sinceramente a la Universidad de Deusto por ofrecer programas como este, que abren las puertas a experiencias transformadoras, y a BAM por todas las facilidades que me brindó para poder participar en esta oportunidad única. Ha sido una vivencia que, sin duda, marcará mi trayectoria como docente e investigador.